Corre, date prisa, que no
llegamos a ser mayores.
No dejes que me atrape el fantasma de mi propio tiempo.
Yo quiero correr.
El carpe diem se quedó en los griegos.
Yo quiero vivir antes
de hacernos viejos.
Corre, que se vuelan todas las bocas que
quiero besar
y todos los cuerpos que quiero tocar,
que me los arrastra el
viento,
este temporal de sentimientos que sopla en mi cabeza.
Venga, que el sol de nuestra
infancia se está poniendo
y no quiero llegar tarde a la fiesta de la noche,
a los oscuros bares,
a los brazos de los hombres que quieren hacerme el amor,
a las copas de
más,
a los errores que no podré arreglar,
ni a todas las situaciones que me
superan la edad.
Ya no hay chicles de fresa ni
reyes magos.
Ya soy mayor.
No hay beso de buenas noches,
dibujos animados
ni flores de cartón;
darle la mano a papá ni volver a casa cuando
lo hace el sol.
He crecido.
Esa niña se quedó en
las fotos.
Se murió en un vídeo de preescolar.
Ya no soy tu niña, papá.
Ya me he hecho mayor.
Pd: Esta entrada surgió a raíz de una conversación ahogada en Cocacola.
0 comentarios:
Publicar un comentario