La mariposa que se posó en tus labios no supo volver a emprender el vuelo. Se anidó en las
comisuras de tu risa. Me abrió las alas
cuando te besé e intentó huir cuando otra saliva que no fuera la
mía humedecía tu lengua.
Con el tiempo, la mariposa se desencantó por todos los besos que me
negaste.
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