Soñé con un pasillo oscuro.
Con el vagón de un tren,
a media luz.
Soñé con caricias en mis sábanas
que auguraban una noche en vela,
muy distinta a las demás,
mucho menos ingenua.
Soñé con cómo sería de mayor.
Las gentes,
las nuevas caras,
nuevas aceras,
nuevas miradas,
viejo dolor,
falto de esperanza.
Soñé con los ratos buenos y malos
que iba a tener.
Con las razones que me llevan
a ser lo que seré.
Soñé con los gatos desamparados,
de las calles de Nueva York.
Con todas las perras en celo,
todos los hombres jugaban a ser Dios.
Soñé con niños jugando en vertederos,
maquinaria obsoleta en cada habitación,
mortajas que olían a canela,
peligros que hoy, aún no lo son.
Soñé con bocas vacías,
con parejas sin amor,
infancias de horas perdidas,
el dolor sin corazón.
Aún no sé si he despertado.
Sigo viendo algo muy similar.
Otras caras, otros lugares,
pero la misma crueldad.
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