"Los soldados españoles reparten 'El Principito' en Afganistán"
¿Increíble? pero cierto! Y es que todo aquel que no haya leído El Principito no debería dejar de hacerlo en algún remoto momento de su vida. Yo lo leí hace un par de semanas, y no fue por otra cosa sino porque el mismo amigo que me ha pasado la noticia, siente devoción por ese libro, y yo pensaba "¿qué narices tendrá ese libro para que esté tan entusiasmado con él?" lo leí y lo descubrí. Parece un libro para niños, pero no os equivoquéis, no lo es en absoluto. Ese libro puede enseñar muchas cosas, cada uno, al igual que todos los libros, lo interpretaremos de una manera, pero siempre, sea cual sea la interpretación, sacaremos algo bueno, seguro.
Algo que aprendí de ese libro, y es una lección verdaderamente importante, es a no pedir a la gente más de lo que pueda darme. Como dice un personaje del libro en un momento dado ( no os lo quiero destripar) " Si le pidiera a un general que se convirtiera en gaviota y no lo hiciera, la culpa no la tendría él, sino yo" Y es que, a decir verdad, no todas las personas son capaces de dar hasta el punto que dan otras. No puedes pedir a la gente que dé más de lo que puede darnos, y eso no significa que tú no puedas dar todo lo que quieras dar, sino que tienes que saber, que aunque tú lo des todo, ellos quizá no lleguen a devolverte a ti ese todo. Por ello lo de dar sin esperar recibir, al menos, en algunas ocasiones. También me enseñó a crear lazos. El Principito es un homenaje a la fidelidad y a la lealtad, para aquellos que lo habéis leído entenderéis porque lo digo, y es que él jamás se olvidó de su flor, de su planeta, de sus amigos, de todo aquello que había "domesticado" ( este término también varía de significado en el libro). Animo a todos aquellos que no lo hayan leído a leerlo, con mente abierta, muy abierta, y a que disfruten de los mil y un mensajes que se pueden leer entre sus líneas. Adoro la iniciativa de los soldados. Creo que no habían podido escoger mejor libro que ese, en una situación como esta. Por una vez, actúa la palabra y no la fuerza. Gracias soldados y gracias Antoine de Saint-Exupéry... ^ ^
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