miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Misterio



Estoy en busca del Misterio, ya cerca de un año.

Y es que no llega,
que no aparece,
 ni se insinúa,
 ni va ni viene...

Está dormido
en algún rincón
está esperando
ya su ocasión
sigue dudando
entre sí o no

¡Que ya estoy lista!
le digo a gritos
¡Que estoy atenta!
Yo le repito

Y él que no aparece
¡será una broma!
Y se adormece
bajo una sombra,
se desvanece

Y lo busco y busco y busco
no  lo encuentro
y lo llamo y llamo y llamo
desde mi pecho
y no me dice palabra
desde hace más de un año
El Misterio no me habla

¿será porque no estoy lista?
o ¿será cosa de mi alma?
¿Será porque tengo prisa
de verme ya enamorada?

La luna tiene El Miesterio
tiene amores con un calé
y cada día de invierno
con su gitano se vé

Y él le adorna los ojos
con palabras para amar
y ella se ríe y se ríe
con cara de enamorá

Y es que el dichoso misterio
la vino un día a visitar
y todos los que lo buscan
tardan más en encontrar

Por eso propongo un reto
a mi alma apresurada
deja de llamarlo niña,
y estarás enamorada
que El misterio sabe lo que hace,
que El misterio ya vendrá
que el misterio siempre llega
cuando dejas de buscar.

PSICOSIS,

                  
EE.UU. 
Idioma original: Inglés
Dirección: Alfred Hitchcock
Producción: Alfred Hitchcock
Guión: Basado en la novela de Robert Bloch
Fotografía: L. Russell
Música: Bernard Herrmann
Intérpretes: Anthony Perkins, Vera Miles y John Gavin entre otros.
Nominaciones al Oscar: Mejor director, Mejor actriz de reparto, Mejor dirección artística y Mejor Fotografía.


Esta gran película se ha convertido en uno de los grandes clásicos del cine de terror y suspense de todos los tiempos. Narra la historia de una secretaria de un banco que huye con grandes cantidades de dinero y pasa la noche en un motel, donde tiene una extraña conversación con el propietario del motel. A partir de esa conversación todo se complicará.
La escena más famosa es la llamada "Escena de la Ducha", que tardó nada mas y nada menos que una semana entera en filmarse y en ella fueron utilizados más de 40 litros, no de sangre, sino de chocolate. Esta combinación de buena fotografía y tomas excepcionales se combinan a la perfección con la espeluznante música de Hermann, el cual colaboraba muy activamente en el cine de Alfred.
Espero que os guste tanto como me gustó a mí, esta gran película, del maestro Hitchcock.

"Una joya de suspense y terror en blanco y negro"

El Sótano

                                
Lloraba. No podía evitarlo. Estaba absolutamente aterrorizada. La escena de hacía apenas una hora estaba viva en mi mente y me asaltaba de forma constante. Las paredes parecían temblar a mi alrededor y el frío era cada vez más intenso. LLevaba cuatro días allí. Había presenciado cuatro violaciones y cuatro asesinatos y todos cargados de una brutalidad tal que parecía increíble que fueran obra de un ser humano. 
Él parecía conocer cada una de las más íntimas debilidades de cada una de las mujeres que había asesinado. 
- Déjate de tonterías, llorar no sirve de nada estúpida, no le des el gusto a ese cabrón- Dijo con voz baja y lastimera. Sabía que si la oía sufiríamos las dos.
Con la mano envuelta en sangre, ya seca, me restregué los ojos y los entorné haciendo mucha presión en las sienes para evitar que las lágrimas siguieran resbalando por mis mejillas. Sentía dolor en las costillas y las heridas de la garganta me provocaban una gran sensación de asfixia. Me ardían. Notaba como la humedad de aquél sótano junto con el miedo penetraban en mis huesos y me hacían temblar, pero seríamos mas fuertes que él. No acabaríamos como las otras. No. Gritaría tan fuerte y me retorcería de tal forma que no podría hacerme más de lo que ya me había hecho. Y es que, a pesar del frío, de las pérdidas de sangre y del miedo, aún podía respirar y por tanto, aún me quedaba aliento suficiente como para enfrentarme a él. Lo miraría con los ojos llenos de ira, la misma con la que él había asesinado cruelmente a las otras chicas y, justo antes de que con su propio cuchillo le rajara la garganta, le sonreiría y descargaría todas mis fuerzas en él. Entonces, su sangre afloraría a borbotones y sus perdidos ojos me mirarían fríos y al segundo inertes, mientras yo, con el cuchillo aún en la mano, recubierto de su sangre, con una sonrisa torva aún dibujada en la cara, le escupiría, dándome la vuelta, a modo de despedida en su viaje al infierno.
El chirrido de la puerta del sótano me sacó de mis iracundos pensamientos. Allí estaba de nuevo, bajando las escaleras. El filo del cuchillo brilló a lo lejos. Estaba segura. Venía por mí. Pero lo que él no sabía es que yo, también iba a por él.
 

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