miércoles, 24 de noviembre de 2010

Repasar vuestro árbol geneológico... ¡¡Quizás lleveis sangre árabe o judía en las venas!!

 A pesar del empeño de la Inquisición española por hacer desaparecer la influencia de judíos y musulmanes en la España de la Edad Media, no pudo borrar su huella en nuestros genes. Al menos uno de cada diez españoles tiene un antepasado judío, y uno de cada cinco es descendiente de norteafricanos, según un estudio publicado por la revista American Journal of Human Genetics

Tras analizar el ADN de 1.140 individuos de la península Ibérica y Baleares, científicos de las universidades de Leicester (Reino Unido) y Pompeu Fabra de Barcelona han comprobado que la convivencia, las migraciones, las conversiones y las invasiones que tuvieron lugar en la península durante la Edad Media quedaron registradas en el genoma de sus individuos, que ha ido pasando de generación en generación a través del cromosoma masculino.

Además del estudio se desprenden otros datos relevantes, como que la presencia de genes norteafricanos es mayor en la mitad occidental de la península en provincias como León, Valladolid y Ávila, que en la oriental, como Granada. Sin embargo, este dato no coincide con la distribución geográfica que esperaban por la colonización a partir del 711 ni con la retirada en el siglo XV, por lo que se debe a un alto nivel de conversión religiosa, forzosa o voluntaria, que en última instancia condujo a la integración de sus descendientes. 



( Artículo extraído de Muy Interesante :) )

¿Cómo se pobló Australia? : La primera navegación de altura de la Historia

                                       
Es importante establecer la cronología del poblamiento de Australia y saber cómo eran (quiénes eran) los primeros colonizadores.
 De acuerdo con el modelo evolutivo multirregional, cabría pensar que los primeros australianos fueron los de cráneos robustos, que habrían asimilado poco tiempo antes genes de las poblaciones autóctonas de Indonesia. 


Los dos fósiles considerados más antiguos de Australia proceden de la región de los lagos de Willandra, y son el de lago Mungo y el los lagos de Willandra. El primero se descubrió el 26 de febrero de 1974. Este esqueleto de morfología craneal grácil había sido enterrado en una fosa después de que el cuerpo fuera espolvoreado con ocre, indicando una práctica de tipo claramente ritual.
                                                        
En 1980 se descubrió cerca del lago Garnpung (a su vez muy próximo al lago Mungo), la calvaria (y algunos otros huesos). Este cráneo es verdaderamente muy robusto, con un grosor de 16 mm de promedio, un toro supraorbitario bien definido, e impresiones musculares marcadas. Aunque su capacidad craneal es grande, estimada en 1450 cc, la bóveda es baja, de frente aplanada y con máxima anchura en posición inferior.

Parece razonable deducir que el poblamiento de Australia se produjo durantelos límites temporales de 57.000 y 71.000 años.El nivel del mar sin duda estaría más bajo que el actual, pero quizás sólo entre 20 y 80 m. Eso quiere decir que la travesía marítima hasta Australia y Nueva Guinea (que formarían una sóla isla) tuvo que ser de duración considerable, y no puede atribuirse a una mera navegación de fortuna, sino más bien parece responder a un plan de navegación, con una ruta trazada. Más áun, hay dos autores, Noble y Davidson, que consideran el poblamiento de Australia, una empresa que exige ciertas capacidades tecnológicas para fabricar una balsa,la cual estaba realizada únicamente de bambú, (lo que explicaría la introducción de esta especie herbívora en una zona en la que no existía), además de planificación y capacidad de trabajar coordinamente en un proyecto común, la primera prueba de la existencia de una mente humana moderna (del mismo tipo que la nuestra), y la posesión del lenguaje (entendido como comunicación por medio de símbolos).
                       

Como conclusión, la gran antigüedad de Lake Mungo, unida a su gracilidad, sugieren que los primeros australianos eran humanos como los actuales y no avalan la idea de que los aborígenes australianos porten genes de Homo erectus, sino que ya eran, Homo Sapiens, con todas las letras.
 

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