lunes, 27 de febrero de 2012

Serendipifrases



En los bares sólo alcanzo a ver fachadas que se venden, apoyadas en la barra.





Quién duda, está seguro de ello. 
Qué incoherencia.

Cuestión




      ¿Somos pequeños o es que el Mundo es muy grande?

Romper


Aquellas cosas que solíamos romper... 
Las formas, las promesas, tus camisas, mis faldas.

Maneras de ser tímida



Yo sí soy tímida, pero de fuera para adentro. 

sábado, 11 de febrero de 2012

La vida


Llega el día y con él la noche.
Saltas al escenario y te enfrentas cuerpo a cuerpo con un público que nunca es el de siempre.
Fardas de tus dotes de bohemio,
de pobre diablo al que las nenas nunca miran,
 al que nunca roza una sonrisa.
Y mientras, ella cena sola en vuestra casa, con la tele encendida para no oír tú silencio.
Espera que la llames.
Termina el concierto.
Se te ha olvidado todo y ahora irás en busca de un polvo a contratiempo.
Y entonces ella llama. Esa que esta noche no es tu nada.
"Hola cielo, ya terminé el concierto y ahora iré solo al hotel, a pensar en lo bello que es lo nuestro. Hasta que te vuelva a ver."
Y aunque ella sabe que es mentira, que esta noche eres un desconocido, sigue mirando la tele.


Tus camisas




Botones de acero enmarcados en cuadrículas de tela, blanda y suave.
 Costuras de ti.
 Ondulante influjo de aromas y sentimiento.
 Selva en la que ruge el corazón,  tras velos de hilo transgénico.
Desiertos de bruma y calor.
 Asfaltos de algodón ardiendo.
Praderas donde cobijar deseos al amparo de tu pecho.
Talegos de una razón que a destiempo va muriendo
 mientras te desnudo a base de roturas imprevistas.

Serendipifrases



Si consigo dormirme en tu risa,

 no me despiertes con silencios.

Serendipifrases



Estar lleno de cosas que no sirven para nada es, 

al fin y al cabo,

es estar lleno de nada.

Mariposa de tu boca




La mariposa que se posó en tus labios no supo  volver a emprender el vuelo. Se anidó en las comisuras de tu risa. Me abrió las alas cuando te besé e intentó huir cuando otra saliva que no fuera la mía humedecía tu lengua.
Con el tiempo, la mariposa se desencantó por todos los besos que me negaste.

                                       

Comparaciones odiosas



Que me compares es lo peor que has podido hacer. 
Simplificarme a mí y a mis quizás.
 Nivelarme, sabiéndome igual que a los demás. 
Idiota soy yo, por pensar, que no era tan igual. 
Que era tan diferente.  

Nuevas generaciones



Corre, date prisa, que no llegamos a ser mayores.
No dejes que me atrape el fantasma de mi propio tiempo. 
Yo quiero correr.
El carpe diem se quedó en los griegos.
Yo quiero vivir antes de hacernos viejos.

 Corre, que se vuelan todas las bocas que quiero besar 
y todos los cuerpos que quiero tocar,
 que me los arrastra el viento, 
este temporal de sentimientos que sopla en mi cabeza.

 Venga, que el sol de nuestra infancia se está poniendo
 y no quiero llegar tarde a la fiesta de la noche, 
a los oscuros bares, 
a los brazos de los hombres que quieren hacerme el amor, 
a las copas de más,
a los errores que no podré arreglar,
ni a todas las situaciones que me superan la edad. 

Ya no hay chicles de fresa ni reyes magos. 
Ya soy mayor.
No hay beso de buenas noches, dibujos animados
 ni flores de cartón;  
darle la mano a papá ni volver a casa cuando lo hace el sol.

 He crecido.

 Esa niña se quedó en las fotos.
 Se murió en un vídeo de preescolar.
Ya no soy tu niña, papá. 
Ya me he hecho mayor.

 

Pd: Esta entrada surgió a raíz de una conversación ahogada en Cocacola. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Mi Desván




En mi desván hay millones de cosas,
 adicciones,
 asombro
y preguntas absurdas.

Caras que no conozco.
Billetes a un mar oscuro.
Dudas de usar y tirar
y Brújulas sin rumbo.

Principitos  de bolsillo,
una mirada oxidada
canciones sobre la patria y
guindillas confitadas.

Camaleones de plástico,
sonrisas enmarcadas
dibujos de tema fantástico
 y arañas civilizadas.

Tonterías, varias.
Contigos y sin tís en lata.
Leyendas de tierras lejanas.
Casitas de muñecas.
Sabores que no saben a nada.
Teletransportadores en desuso
y polvo de hadas.

Esponjas de baño
Azúcar rancio,
pasas arrugadas por el agua de la ducha.
Restos de un quizás.

Cuchillos de goma espuma
Para aprender a luchar
Pájaros amarillos
Que me enseñen a volar.

Hay mucho que ver.
Demasiado que ocultar.


 




Yo te abrazo. Tú me abrazas. Nos abrazamos.



Te abracé.
Me abrazabas.
El otoño acababa de empezar.

Las hojas caían arrastradas
Por un viento torrencial.

Me abrazabas.

Susurraste algo en mi oído
No entendí más que tus nervios
muertos de miedo al tocarme.

Te abracé.

El silbido de tus sienes
me sacó de dudas,
De mis tonterías,
Borró mis fantasmas
de miedosa compulsiva.

Me abrazaste.

Nervios.
Tensión.
Calor.

Nos abrazamos.


Cardenales




Camíname despacito,
no resbales en mis pecas.

Recórreme suavecito, con los dientes.
Cómeme a destiempo.
Aráñame a caricias.

Desentierra ese fuego
 que apagaron otros.

Duerme en mis moteles.
Sube a mis trenes de fuego  y calor,
que vamos a arrancarle a la vida el aliento
Para morir esta noche.

Malhiriéndonos.

Fotomatón



 

Llenos de risas, metidos en aquel cubo de luz.
Grabé todos tus gestos.
Nos metimos mano esquivando al tiempo.
Descontamos noches.
Volamos sin viento.
Cantamos a grito pelado, soñando despiertos

Cada foto era un verso.
Cada flash mil recuerdos.
Cada segundo un portazo
que hoy derriba mis cimientos.

Ahora paso cada día
por aquel fotomatón,
donde las fotografías brotaron de un corazón.
Se nos acabó el carrete.

Y quizá me arrepentiría,
de aquella tarde de abril,
si pudiera en la cabina
ver a alguien más que a ti. 




Al enorme Fran Fernández.



"Este libro más tuyo, aunque lleve mi daño o las horas enfermas en los bares perdidos, y he perdido en los trenes, de Noviembre a Noviembre"

No creo que sea cuestión de que la gente te oiga, sino de que te escuche. Y el problema es que la gente de este siglo no sabe hacer eso, la mayoría. No ha acostumbrado el oído al murmullo de sentimientos que mece una guitarra, regalando acordes. Las personas están ofuscadas en un tremendo barullo de gritos y de consejos aprendidos que rechazan antes de que nadie los pronuncie.
Te escuché por primera vez hace un año, aproximadamente. Hace unos meses, en Ítaca, te vi en directo y te escuché más y mejor. Creo en tu idea de “Conexión”, en tu concepto de la suerte, de la vida, y creo, por supuesto, en tu teoría de la Isla. Las Islas. Esas islas que nos alejan por un segundo del mundo y nos llevan a ese sitio tan nuestro donde nadie nos juzga, donde sólo estás tú y alguien, un alguien que te hace la vida llevadera, alguien del que puede estés enamorado o puede que no, alguien sea poco o mucho, te oxigena.
Las conexiones, las islas, el temblar de las miradas y las manos, el postor de unas piernas, el eco de los tiempos que pasan y que llegan, en esta vorágine de locura y sentimiento que algunos llevamos por norma en los bolsillos de la piel. La noción de que un corazón no puede medirse en base a los corazones que dejó en el camino sangrando a borbotones, los noviembres cargados de lluvia e historias que parece que el agua arrastró olvidando una parte. Eso que esconden las entretelas semitransparentes de una aventura, de un cuerpo. Las afonías ingrávidas y la verdad de que la vida es toda una canción. Este párrafo, en verdad, lo has escrito tú, yo solo escuchaba.
Crea que la vida, al ser esa canción íntima e individual, de cada uno, siempre puede mejorar. Pues, como todo, hay canciones mejores y otras horribles. Hay canciones que tocan algo, bien adentro y otras que hacen vomitar. Y es por eso, que las personas deberían mejorar, día a día su creación, hasta hacerla mejor que la primera y la anterior versión, hasta lograr encontrar su melodía, su letra, su conjunto adecuado. Yo lo intento. Sé que tú también. Esa guitarra que parece tu apéndice lo lleva grabado a base de rasgueos.
Y tú, acertado, te preguntarás, qué narices me está intentando decir esta mujer. Pues esta pesada que escribe solo te quiere recordar algo, que seguro no olvidaste nunca del todo. Sigue emocionando con tu emoción por la música. Sigue hablando de esas islas que poca gente visita y de los ecos que poca gente escucha.

Cuando el suelo está mojado, el sol se refleja mejor. Un grandísimo abrazo.

PD: En Murcia, debería haber un metro.


 

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