Últimamente sólo me siento viva cuando escurres el sudor de tus
pestañas en mis labios y haces del sentir nuestro hito.
Cuando la pared está tan fría,
que nosotros somos la calefacción,
en movimiento.
Cuando me hundes el iris en la retina como un cuchillo de
color.
Cuando me robas el dolor de la boca del estómago
para malvenderlo
a algún masoquista, sin devoluciones.
Cuando me agarras las ganas de besarte y las zarandeas hasta que
pierdo la cordura.
Cuando me recorres con astucia los rincones y detienes el tiempo
en cada gesto.