lunes, 7 de noviembre de 2011

"Impotencia "

Subió el gran muro granate que nos separaba de la magia. 
Subió el telón y con él nuestra nostalgia. 
Empezamos a ver una sucesión de escenas que me recordaron a nuestra vida. 
A momentos que ni siquiera había creído que existían pero, ahí habían estado, tantísimo tiempo atrás.
Nos mirábamos constantemente, sin sonreír, aunque... Sabía exactamente lo que querías decir.
Aquellas imágenes eran como fotografías de nosotros mismos.
Empezaste a llorar de una forma tan sutil, que pensé que tus lágrimas no eran de verdad, que eran como las de aquellos que danzaban encima del escenario a media luz.
Un nudo en la garganta me hizo ahogarme un poco más.
De nuevo, no sabía que hacer.
Aquello me recordaba tanto a nosotros...
Habíamos sido mágicos, pero nuestra aparición estelar parecía haber quedado ya demasiado atrás. Lo bastante como para no volver a aparecer en un teatro.
En uno como aquel, con tanta gente mirando, conociendo nuestro ayer.
Parecía una broma absurda y torva del destino.
 La función iba sobre nosotros, sobre nuestra historia. 
No podía creerlo.
Cada palabra que despedían los actores resonaba en mi cabeza como un fantasma.
Se me clavaba por dentro.
Una lágrima hirviendo resbaló por mis mejillas. Casi me hacía daño. 
Mi respiración se entrecortaba por momentos. 
La ansiedad se estaba apoderando de mí. 
De repente te levantaste de la butaca.
No sé que estabas pensando, pero corriste al escenario. No dejaba de temblar. 
Estaba aterrorizada. El no saber que pasaría en aquel momento me consumió por completo, llegando incluso a marearme. 
Saliste a escena con las lágrimas aún en los ojos, pero para mi sorpresa, los actores ni se inmutaron. 
Gritabas cosas sin sentido y yo seguía ahí, ahogándome en mi butaca, queriendo levantarme y salir corriendo de aquel teatro, pero no podía... Mis manos, mis piernas, mi cuerpo, no me respondía. 
Respirar se volvió entonces más difícil. 
Crispada no dejaba de intentar moverme pero era inútil.
 Algo me agarraba, me sujetaba, aunque no pudiera verlo. Una fuerza inexplicable. 
Solo me quedó gritar. 
No pude contenerme más y estallé, pero de mis labios no salió más que un inútil vaho que murió al instante de salir de mi boca reseca. 
Tampoco podía gritar. ¿Qué estaba ocurriendo? 
Entonces fue cuando vi aparecer a aquella mujer, en el escenario.
 Era más guapa que todas las demás. 
No iba vestida de negro como el resto.
 Llevaba un largo vestido rojo y su pelo castaño caía en cascada por su espalda ...
Su escote que no te dejó indiferente.
 Sonreíste al verla y ella, sin mirarte, clavó sus ojos verdosos y crueles en los míos, donde solo podía verse impotencia. 
De repente ya no llorabas. Habías agarrado a la mujer de su cintura mientras ella se había enroscado a ti como una serpiente, empezando a deslizar sus labios por tu cuello, mirándome de reojo. 
No podía mirar, pero algo me hacía no apartar la vista de aquella escena. 
El maldito público seguía expectante ante la situación como si se tratara de parte de la escena, pero yo sabía que aquello no era parte de ningún guión.
 No lo entendía. 
No se movían. 
Nadie me miraba ni me ayudaba en mi incapacidad de moverme, de articular palabra. 
Empezaste a bajar tus labios hacia su escote, que previamente habías desabotonado dejando ver su hermoso pecho al resto de los espectadores.
 No dejasteis de mirarme ni un segundo. 
Notaba como mis fuerzas se agotaban. 
Ya no intentaba moverme, porque sabía que no podía, y apenas podía respirar.
 Las imágenes se distorsionaron de repente y solo pude ver manchas oscuras que se cernían sobre mí, notando como un sudor frío me empapaba por completo. 
Sus ojos verdes y brillantes como dos antorchas entre toda aquella oscuridad fue lo último que acierto a recordar...
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Desperté. Los ojos verdes no estaban allí, ni tampoco el vestido rojo, ni siquiera él. Estaba sola en la cama. La almohada embebida en sudor y mis cabellos alborotados caían traviesos por mi frente. 
Tenía miedo de moverme o de hablar por si aquella fuerza extraña aún hacía de las suyas...
El haberte perdido tan de repente había hecho estragos en mis neuronas.
Las pesadillas no me habían abandonado y mi obsesión por tí sacaba a la luz mis más oscuros sueños.
El hueco vacío a mi lado me hizo regresar y ver que había vuelto a soñarte con aquella mujer que te había arrebatado de mi lado. Pero si aquella era la única forma de poder observarte de nuevo, quería volver a soñar que estaba en aquel teatro, que me ahogaba al verte correr hacia el escenario, al verte alejándote de mi lado, a notar que no podía hablar ni moverme, que era inútil intentar que volvieras, a empezar lo que habíamos acabado.
Me di la vuelta, mirando a la pared, y me dispuse a volver a dormir, a volver a aquel teatro, donde cada noche te perdía... Entre sus brazos.


                        


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